El origen del nombre de fluorita no tiene que ver con el flúor de su composición, sino que proviene del latín fluere, que significa fluir, y hace referencia a su bajo punto de fusión y a su uso en la metalurgia como fundente en la fundición de hierro y el acero.
Es un mineral que se encuentra clasificado dentro del grupo de los halogenuros, formado por la unión de dos compuestos que son el flúor y el calcio, siendo su fórmula química CaF2.
Común en la corteza terrestre, aunque es incoloro, dependiendo de sus impurezas puede encontrarse de color blanco, amarillo, verde, anaranjado, rojizo o violáceo. Habitualmente aparece formando cristales cúbicos o en formas irregulares, aunque por exfoliación pueden obtenerse octaedros.
Una propiedad que le hace destacar en el mundo de los minerales es la termoluminiscencia, es decir, la capacidad de emitir energía lumínica como respuesta a un estímulo térmico.
Uno de los usos de la fluorita es su empleo en la metalurgia como fundente en la fundición de hierro y acero, haciendo que disminuya el punto de fusión del proceso y aumentando, por tanto, la eficiencia energética.
Además de la industria metalúrgica, se utiliza principalmente como fuente de ácido fluorhídrico, muy importante sobre todo en la industria óptica para corroer el vidrio de las gafas de manera más sencilla y eficaz. También es un mineral de mucha importancia en la industria química por sus innumerables aplicaciones y en joyería por su belleza.
Los yacimientos más importantes de este mineral están en México, Estados Unidos, España, Argentina, Rusia y China.
En MINERGAL están expuestos ejemplares de fluorita de diversos concejos de Asturias, como son Solís, Siero, Berbes y Loroñe, y un ejemplar de la explotación de Mina Berta de Sant Cugat del Vallés, Barcelona.